lunes, 8 de enero de 2024

Viaje a Estocolmo, de Raúl Herrero

 






VIAJE A ESTOCOLMO DE RAUL HERRERO


Todo desplazamiento, expedición o viaje a tierra desconocida guarda en la recámara una angosta incertidumbre unida al irremediable barrunto de aventura. Ya sea a país extranjero y remoto o a un poblacho vecino lindante a Calabuch. En este diario de viaje Raúl Herrero ofrece el verídico relato del periplo que el autor realizó por Suecia como editor de "Libros del Innombrable", invitado por el Instituto Cervantes. Raúl Herrero viaja a Estocolmo con motivo de unas jornadas literarias "El fin de semana del libro" ("Stockholms bokhelg") donde se presenta la novedad de la editorial "Algunos de los nuestros, un siglo y más de poesía nórdica" y se exhibe parte del inmenso catálogo de "Libros del Innombrable". Pero antes de bucear en las páginas de este libro de viajes, quiero destacar que para el Ateneo Jaqués fue fundamental presentar este libro durante la feria jaquesa. Habituados más a la temática local, yo diría que sobrealimentados e incluso desbordados, presentar este libro es romper una lanza en favor de la amplitud de miras y la universalidad de la literatura, huyendo de la endogamia y apostando por uno de los libros más aprovechables que durante este año se han editado en Aragón. Antes de comenzar con el libro y al igual que el autor, en sus primeras líneas, advierte y expone unos valiosos consejos para el viajante desprevenido yo me apresuro a prescribir para el despreocupado lector unos sencillos pero fundamentales objetos que debe adquirir antes de emprender lectura: un bolígrafo, un cacho de papel y unos pañuelos. Es "Viaje a Estocolmo" una lectura que nos hará reír de repente y sin previo aviso. Pero una risotada en modo explosión. De las que sorprenden y pueden humedecer al vecino de enfrente. (es por ello, lo de los pañuelos). El bolígrafo acompañado de su correspondiente pedazo de papel es por no perder en el olvido nombres, fechas, referentes y títulos literarios que convendrá tener en cuenta en un futuro próximo. Este cuidado volúmen, por cierto, está editado por Libros del Innombrable y con una tipografía especialmente utilizada en Suecia. Sobre el tamaño y dimensiones del libro, también el autor nos dará pistas a lo largo del relato.

 

Raúl Herrero durante la presentación de "Viaje a Estocolmo" en Jaca

Comienza este viaje, como he dicho, con unos imprescindibles avisos para viajantes, sobre la clase de ropa que se debe almacenar en la maleta (irremediablemente relacionada con el destino y la estación), la importancia de llevar sombrero, los amuletos que siempre debemos portar y algunas lecturas recomendables para el trayecto. El autor abre un libro en el tren que desde Zaragoza le lleva a Madrid y reflexiona a su vez sobre el reciente estado de confinamiento y pandemia en que se ha sumido el mundo entero. Cita a Paco Uriz, traductor y autor de la antología "Uno de los nuestros" y principio y valedor fundamental de esta aventura sueca y otros amigos que esperan en Estocolmo como los poetas Magnus William Olsson, Kjell Espmark que aparecerán en las próximas páginas. Francisco J. Uriz se ocultó el pasado año 2023 y Raúl Herrero escribió el artículo "Francisco J. Uriz: la traducción como una de las bellas artes" para el cuarto número de la revista "El eco de los libres". Continuemos con el libro. Tras explicar los motivos de su viaje y una vez ya en Madrid, Raúl Herrero recuerda otros viajes y se detiene en el encuentro de editores y libreros independientes "Otra mirada", en Guatemala y de paso, destaca la importancia de la circulación libre de los libros, el problema de las distribuidoras para terminar con una muy justificada reivindicación editorial.

 

Pero desde Madrid, una ciudad de museos y librerías cerradas, Estocolmo flota permanente en el horizonte como un lugar mítico, como una Troya, un Camelot o la Jerusalem celeste, un lugar del que, según sus propias palabras, duda ya de su existencia y a su vez, como un destino familiar, pues el autor se refiere al culto escandinavo de la figura de San Jorge y la presencia de una estatua dedicada al santo precisamente en la catedral de Estocolmo, un nexo de unión entre el país nórdico y Aragón. Esta visión familiar de Suecia se completa más adelante, según confiesa el autor, por la influencia materna, con la figura de Olof Palme, a quien consideran una positiva alternativa social y política en la década de los sesenta y setenta del pasado siglo. Dejando atrás Madrid, al fin llega el momento avión donde, como lectores, viviremos uno de los quilombos más desternillantes del libro. El humor es un constante que se desarrolla a través de las páginas y que envuelve la expedición en un comedido halo de locura que, sin embargo, es apaciguado en los momentos de conferencia y presentaciones.

Una vez en el destino, el cielo de Estocolmo se torna en una referencia constante para el autor que recupera y agrupa al final del libro en un poema de una estética deslumbrante. Como deslumbrante parece ese cielo de carámbano y estrellas congeladas en las noches blancas de Estocolmo, un cielo de agosto que se asemejaría a un otoño en Zaragoza.

 

Ferrer Lerín con Raúl Herrero en Jaca posando junto a un quebrantahuesos obra de El Yako 

A pesar del aspecto familiar que ya hemos citado anteriormente, Raúl Herrero establece constantemente las gozosas diferencias que advierte en la sociedad sueca. Por ejemplo, los horarios. Un día empieza a las seis de la mañana con una luz que se asemeja a las diez de España y termina, indefectiblemente, a las seis de la tarde. Llamar a un amigo sueco a partir de esa hora es un agravio y hacerlo pasadas las nueve de la noche ( en Suecia, de la madrugada) puede constituir todo un delito. Otro aspecto singular del viajante en tierra extraña es el tono de voz. Mientras el autor se cerciora de que está hablando en un tono normal, imagina a las personas que lo rodean soportando alaridos de mono, barritos y graznidos insoportables. En una biblioteca sueca, los lectores mueven los labios entre ellos, asegura que están hablando, pero no se escucha ni una mosca. Por cierto, tampoco hay moscas en Estocolmo, según acredita Raúl Herrero. La ausencia de dinero y la lucha cuerpo a cuerpo con ininteligibles aparatejos electrónicos también es una de las virtudes de la patria nórdica aunque el autor comienza a sentirse en Suecia, más o menos, como en casa. En primer lugar, el frío nórdico es más un mito que una realidad pues prefiere el suave azote blanco de Estocolmo a la inhóspita cierzada del valle del Ebro. En realidad, el autor culmina reconociendo que podría perfectamente instalarse en Estocolmo los próximos cuarenta años. Sin embargo, hay una cosa que no cambia, de España a Suecia y es que al viajante le persigue un misterioso mal, la maldición de Madrid. Pues tampoco acierta el desafortunado visitante en el intento de visitar los museos de la ciudad. En este caso encuentra cerrado el Moderna Museet y tiene que contentarse, después de un vertiginoso trayecto en barco, con las estructuras moviles de Alexander Calder. También deja constancia el autor de la dificultad de desplazarse por una ciudad invadida por el mar, llena de islotes, una urbe que irremediablemente se desparrama hacia el agua.

 

Diferencias profundas entre la sociedad sueca y la española pero donde al final, gana el aspecto positivo en la capital nórdica. Llama mi atención de lector, poderosamente, la simpatía, las sonrisas y la amabilidad sueca. Cuenta Raúl Herrero como, en un incidente involuntario, despachó varios metros por el suelo a una señora de avanzada edad que, sin parecer herida ni lesionada, recobró compostura, se puso en pie y prácticamente se disculpó ante su acante con una inmaculada y amplia sonrisa, así que podemos confirmar que la antipatía, el ánimo gris y la cerrazón del carácter en los habitantes de Suecia es más mitología que realidad.

 

Durante "Viaje a Estocolmo" suceden diversas hazañas como la narrada anteriormente que, a buen seguro, provocarán más de una sonrisa en el lector. Pero también hay un espacio para el objeto en sí del viaje y la actividad del autor como editor invitado por el Instituo Cervantes a las jornadas literarias. Tanto es así que se reproduce casi de manera íntegra las intervenciones de cada conferenciante al respecto y si el lector aún está picado por el aguijón de la curiosidad, descubre también en código QR unos enlaces a vídeos de Youtube donde podemos ver estas conferencias realizadas en Estocolmo. Se detiene el autor en la antología de poetas nórdicos "Uno de los nuestros" y en los títulos de esta literatura que se han publicado en Libros del Innombrable, una extensa colección. También hay espacio entre estas páginas para los referentes del autor, por citar unos pocos, Fernández Molina, Cirlot, Arrabal, Chicharro, Camilo José Cela, el Postismo... historia de la literatura también en este "Viaje a Estocolmo" que representa un amplio viaje cultural para el lector, quizá incluso más amplio que para el propio autor.

 

Se despide el autor de estas páginas con melancolía y tristeza, igual que se despide de Estocolmo donde piensa que el único motivo para volver quizá sea su familia. También deja una imagen onírica y nocturna de Estocolmo para el recuerdo y cierra el contenido con un poema inédito hasta ahora, como he dicho, dedicado al cielo de Estocolmo y otro poema incluido en su poemario "Los trenes salvajes" y que hace referencia, entre otros, al cineasta sueco Ingmar Bergman.


Jazz & Cómic: Frank Sinatra

Frank Sinatra en el estudio de grabación con Nelson Riddle a su espalda y toda la orquesta preparada para la grabación.

 

Mucho se habla de Frank Sinatra y parece que, a medida que pasan las décadas de su muerte, de una manera más desafortunada y menos acertada. No abandoné mi blog sobre Frank Sinatra (https://francescoalbertosinatra.blogspot.com/?m=1 ) de una manera deliberada sino por un error común en mi vida: olvidar las contraseñas y no haberlas apuntado. Me preceden teléfonos móviles destrozados contra el suelo, ordenadores portátiles extraviados, quemados, ocupados hasta su inoperancia y por tanto, he perdido también mucha información y hasta un libro completo dedicado a Frank Sinatra que no sé si algún día volveré a escribir. Sin embargo, la cantidad de tonterías que uno tiene que leer y escuchar sobre uno de sus cantantes y artistas favoritos es tal que la sociedad, cada día de manera más acuciante, me obliga a volver sobre Sinatra. No puedo volver al blog por la peregrina razón que he explicado anteriormente pero sí voy a volver a escribir sobre el amigo Frank, aunque solo sea por hacer justicia. Lo haré en este espacio que tenía también olvidado y que desde ahora reactivo. No es una amenaza o sí... En definitiva, es un propósito de año nuevo.

¿Cómo dices? ¿Que vas a volver a hablar sobre mí?

Pues sí, Frank. Las últimas veces que me he cruzado con coetáneos de mi misma especie te han puesto de padrino para arriba como si hubieras sido tú el inventor de la mafia, la figura criminal más buscada de Estados Unidos y como si hubieras tenido tratos hasta con el capito este llamado Escobar que ya le hubiera gustado a él llegarte a la suela del zapato. También hay quien se aventura a afirmar que tuviste algo que ver en el asesinato de tu colega JFK o en la misteriosa muerte de Marilyn Monroe a la que tú y yo sabemos que amaste hasta tal punto que rechazaste su propuesta matrimonial pues no te considerabas preparado para ayudarla. 


Pero en fin, como he dicho anteriormente, existe mucho error cuando se habla de la vida e incluso de la obra de Frank Sinatra y hoy traigo al blog un modesto ejemplo de cómo no se debería abordar figura de tal magnitud.  Hace unos años, no recuerdo bien si era con el periódico El País o con ABC se empezaron a regalar o promocionar unos cómics sobre figuras del jazz y estos libros se entregaban a los lectores con cd. Estaban editados por Nobel Musical y conservo grato recuerdo, por ejemplo, del que se editó para abordar la figura de Nat King Cole y también el de Ella Fitzgerald. Pero hace un tiempo llegó a mis manos el ejemplar que abordaba la figura de Frank Sinatra y que está firmado por Pedro Zamith. 


 

En realidad una persona que no conozca nada sobre el cantante puede encontrar interesante el contenido del cómic e incluso divertido. Pero existen varias incongruencias en él que me gustaría destacar. Aunque no hay ninguna guía ni marca temporal, se supone que el cómic se sitúa en los primeros años de la carrera de Frank Sinatra (década de los cuarenta) ya que aparecen personas que corren por la calle para encender la radio y escuchar en primicia una actuación suya en un famoso local neoyorkino. Además en la página 13 se desvela esta frase: "Acaban de escuchar en directo desde la sala de baile del N.Y. Hotel al joven ¡Frank Sinatra!". El joven Frank Sinatra o el que entendemos como tal, sería el que grabó con la orquesta de Harry James y posteriormente con Tommy Dorsey e incluso la época de Columbia. Esto quiere decir, década de los cuarenta y comienzo de los cincuenta. Pues bien, en la página anterior justo aparece una imagen de lo que parece ser esta actuación con la caricatura de Frank Sinatra (más que desafortunada) cantando "Theme from New York, New York", canción que el cantante grabó en 1979 para el álbum "Trilogy" de 1980. Además no nos consta actuación de Frank Sinatra en el "Hotel Nueva York" como tal. En hoteles de Nueva York, sí. En numerosos de ellos pero con ese nombre...poco probable. Es como decir: "Manolo Escobar en directo en Madrid desde el Hotel Madrid".



Otra cosa es el atuendo de Frank que tampoco corresponde a la época. Comienzo este artículo con unas fotografías de mediados de la década de los cincuenta en las que Frank Sinatra está grabando con Capitol Records. A esta etapa sí correspondería este atuendo y estilo que se muestra en más viñetas. Por lo demás, muy desafortunado el dibujante porque cualquier parecido entre estos dibujos y Sinatra es pura utopía. Más incongruencias temporales encontramos en otras viñetas como en una en que aparece Frank caminando por la calle y tarareando "I've got you under my skins" otro tema que grabó posteriormente a la época que representa el cómic. Volviendo al aspecto que debería haber tenido el cantante en este cómic sería más parecido a este:

Por último, la historia que narra el cómic, si se le puede llamar historia, es un espacio desperdiciado pues estamos hablando de dieciocho páginas dedicadas a un icono del siglo XX, uno de los personajes más influyentes y fundamentales de la música y del cine cuya azarosa vida contuvo suficientes jugosas anécdotas como para no dedicar aquí espacio a ninguna de ellas. El relato que intenta contar este cómic es que, en realidad, la tierra prometida que fue Estados Unidos para muchos emigrantes, el país de las esperanzas, de las oportunidades y de los sueños cumplidos es, definitivamente, una patraña. Condición que es difícil de sostener cuando tu protagonista es un italoamericano cuya familia prosperó al dejar Italia y comenzar una nueva vida en América. En este punto aparece un joven que, mientras camina por la calle, se tropieza con Frank Sinatra. Parece un chico afroamericano aunque, la verdad, su cara y su aspecto, está vez sí, recuerda a un Frank Sinatra más joven:



El cómic termina con el mismo personaje anónimo que, en esta ocasión, recibe un pisotón de Frank Sinatra mientras canta por la calle "New York, New York" y él responde, parafraseando la letra de la canción "I want to be a part of It" como si el cantante sí perteneciera a ese predilecto y selecto grupo de personas que convirtieron en realidad el sueño americano. Y así fue, efectivamente, pues estoy seguro que si hablamos de Sinatra, hablamos de una vida plena pero es necesario recordar que los destellos de los focos en el escenario reflejando sobre su micrófono de oro macizo son precedidos por el charco de las calles todavía sin asfaltar de su infancia en la pequeña Italia, en el barrio de Hoboken; una infancia dura, con una madre autoritaria y un padre que regentaba un bar donde se servía alcohol de contrabando en plena prohibición. En aquellos días de Ley Seca y pantalones remendados el pequeño Frank ya comenzó a cantar, por un puñado de monedas, en la barra de aquel bar familiar que su padre había bautizado con un apellido irlandés, por aquello se que los italianos todavía eran despreciados en aquella retrógrada sociedad. Porque Frank Sinatra también vivió en sus carnes el desprecio por raza o religión. Quizá por ello fue un defensor a ultranza de los derechos de los afroamericanos, enfrentándose por ello a buena parte de la sociedad que le tocó vivir. Pero está ya es otra historia, un interesante hilo del que tirar si, por ejemplo, se quiere publicar un cómic sobre Frank Sinatra. 


El cómic se completa con unas breves pinceladas biográficas clasificadas por años significativos en la carrera del cantante. También podemos encontrar algún error aquí. Se dice, por ejemplo, que en 1956 conoce a Grace Kelly, Bing Crosby y Louis Armstrong cuando rueda la película "Alta sociedad". En realidad con Bing Crosby ya había actuado en numerosas ocasiones desde la década de los cuarenta y también lo había hecho con Louis Armstrong. También se dice que se retiró entre 1971 y 1973 pero en realidad, Sinatra se retiró tres veces a lo largo de su carrera. Finalizada esta brevísima biografía, se recomiendan algunos libros sobre Sinatra obviando el más fundamental que se ha escrito: "Sinatra, the legend" de J. Randy Taraborrelli. Y terminamos el cómic con dos CDs que supone lo mejor de este trabajo. Desde luego no sé incluyen las mejores grabaciones del cantante pero sí una selección interesante y poco corriente que se limita, eso sí, a la etapa Columbia y al Sinatra más joven, es decir, a los últimos años cuarenta y primeros 50. Pero verdaderamente encontramos clasicazos imperdibles como "Blue skies", "Begin the beguine", "My blue Heaven", "It's only a paper Moon" o "Night and day". Como siempre solía hacer en el blog anterior, me despediré con una canción, precisamente, de esta época. Es 1951 y Frank Sinatra interpreta "For you": For you


lunes, 20 de marzo de 2023

Presentación de Miguel Ángel Yusta en el Centro Soriano de Zaragoza

 

Fotografía del acto de presentación de "Postludio" y "La copla: poema y canto". De izquierda a derecha: Luis Carramiñana (presidente del Centro Soriano de Zaragoza), Miguel Ángel Yusta (autor) y Marcos Callau (director de El eco de los libres)

Miguel Ángel Yusta es redactor de nuestra revista "El eco de los libres" dirigiendo la sección de poesía titulada "Tertulia en el barrio de las letras". Es el mayor especialista en copla y como tal ha publicado recientemente el imprescindible "La copla: poema y canto". También, durante el año 2022, vio la luz su último poemario, "Postludio" (Lastura). Tuvimos el placer de acompañar al autor en la presentación que realizó en el Centro Soriano de Zaragoza el pasado 10 de marzo, justo después de su puesta de largo en el Café Comercial de Madrid. Vamos a reproducir aquí íntegramente el texto que se leyó durante la presentación.



Es motivo de felicidad y es un honor poder presentar hoy a una persona a la que quiero como un amigo y a la que admiro como a un maestro. En mi primer acercamiento a la poesía contemporánea cayó en mis manos Miguel Ángel Yusta con ese canto amargo y esa protesta con sabor a posguerra que se tiuló "Ayer fue sombra". Ahí comenzó mi admiración por Miguel Ángel que se acrecentó al tener la oportunidad de conocerlo en persona. Más tarde, ya como amigos, prologó mi primer poemario en el que también me dejé llevar por alguna de sus indicaciones. Hoy tengo el honor de que mi amigo coordine una sección de poesía en la revista que dirijo, "El eco de los libres", una sección titulada "Tertulia en el barrio de las letras" donde participan varios poetas de Madrid. Desde mi admiración, Miguel Ángel, vuelvo a darte mi enhorabuena por este maravilloso "Postludio" y por "La copla: poema y canto", dos libros excepcionales.

 


Si la vida tiene sentido por la muerte, el amor lo tiene a través del dolor. Ese instante de felicidad, de enamoramiento idílico, ese estado de bienestar, es tan fugaz que resulta inatrapable. Es por ello que los poetas tienen (o tenemos) una herramienta muy eficaz para conservar esa fugacidad. Atrapar esa emoción, esa inspiración y plasmarla para siempre en un papel, esto es, perpetuar la fugacidad. De esta manera, los poetas, obtenemos el único consuelo factible, esa recompensa que de ningún modo obtendremos en el aplauso ni en la lectura de un público cada día más minoritario. Por otro lado, hablo de poesía y de poetas pero no solo de escritura. Existen poetas que atrapan esa fugacidad en un lienzo o la modelan en un pedazo de barro o la trasladan a una cinta cinematográfica. Todos ellos poetas, por tener la habilidad de capturar el momento de felicidad, por ver la vida con mirada distinta.

 

Miguel Ángel Yusta. Fuente: Heraldo de Aragón

En verano de 2022 vio la luz "Postludio", último poemario de Miguel Ángel Yusta publicado por la editorial Lastura y prologado, de manera contenida pero acertada, por Valentín Martín. Por definición "Postludio" es un canto final de los oficios sagrados o divinos, una pieza musical que se toca mientras los fieles abandonan el templo. En este libro, con indudable sabor a epílogo, a canto de cisne, desde la orilla el poeta desgran su vida reservando localidad de honor para un atisbo esperanzador que si bien parece, en ocasiones, solo un espejismo, su huella de realidad se torna más imborrable a medida que vamos atisbando el final del libro.

 


Decía el autor hace unos meses, para Heraldo de Aragón: "Duele la falta de amor que es el origen de los males del mundo". Efectivamente aún podemos encontrar lirismo en este poemario (la poesía lírica que descubre el alma y que resulta tan necesaria en esta sociedad. Pero también hay un grito de rebeldía, una protesta contundente y un hondo dolor.

 

"Postludio" está dividido en cuatro partes perfectamente ensambladas porque cada una es dedudora de la siguiente. "Ama ahora mientras vivas ya que muerto no lo podrás lograr" es una cita de Shakespeare que inaugura esta primera parte como una declaración de intenciones. "La fiera acosa", advierte el autor para hablarnos "más del miedo que de la decrepitud" nos dice en el prólogo Valentín Martín. Ese miedo lo convierte el poeta en un contundente NO A LA GUERRA, un grito pacifista contra la barbarie que hoy en día sigue asolando al mundo. Efectivamente, no todo es lírico. El poeta existe para comprometerse y tiene voz para hacer justicia. Miguel Ángel Yusta escirbe aquí sobre el ser humano que fagocita al ser humano. Sobre la tierra prometida hace muchos años ya inaccesible. Sobre el egoísmo imperante en detrimento de cualquier atisbo de empatía. Ese miedo a la guerra de cada inocente muerto en Ucrania ("Al final, en el campo de batalla, sigue lloviendo sangre de olor gris y la muerte ha sembrado crisantemos", sentencia en el poema décimo primero) Y anterior a la guerra de Ucrania, conocimos un nuevo modo de genocidio. La pandemia. Yusta recuerda la peor cara del ser humano también con el poema "El pico de la curva", desde las calles de Nueva York, sentenciando "cabalgan juntos la soberbia y el miedo y el poder se diluye por las calles desiertas". En una palabra, el ser humano haciendo uso de la peor injusticia y dejando cadáveres a su paso, no solo de hombres. Pues también hallamos espacio en este poemario para la reivindicación ecologista. En un poema dedicado al mar de Aral, el poeta remata "El hombre se ha vendido solo por baratijas y espejismos y navega cegado hacia la Estigia". Estos poemas de dolor, de injusticia, de guerra y de miedo en los cristales, son salpicados por pequeños espejismos de luz, como un duermevela, donde el poeta recuerda un pasado más amable y estos recuersos son fogonazos constantes a lo largo de todo el libro.

 

Con todo el sentido comienza la segunda parte con una memoria de posguerra, reivindicando, ahora que todo el mundo habla de ello, que él sí vivió este aciago periodo de nuestra historia. Es un regreso al poemario, mi admirado poemario, "Ayer fue sombra" del que precisamente rescatará un verso muy esperanzador como adecuado colofón de Postludio. Encontramos en esta segunda parte algún divertimento, como la faceta melómana del autor. En ese poema titulado "Cuarteto Nº 12" donde, con la música de Beethoven de fondo, el poeta experimenta una ensoñación amorosa más que real, dejando una ventana abierta a la esperanza. Se alternan aquí algunos pasajes de desamor (sombras) con leves certezas de nuevas oportunidades (luces). Un juego de claroscuros que, sin embargo, nos lleva navegando a una tercera parte que se inaugura con el silencio en la voz de Ana María Navales y una cita que reza: "Hay un tiempo como un río de silencio que riega ese árbol de otoño".

 

Hay un mar presente a lo largo y ancho de Postludio que actúa a veces como límite al que el poeta se asoma inquisitivo desde la última orilla. En esta tercera parte nos habla, sin embargo, de un mar sin orillas que apacigua con el silencio como toda respuesta a las preguntas del navegante. El tiempo comienza a acosar aquí al poeta. La constancia de las llegadas y despedidas a lo largo de la existencia y el deseo de retorno a una patria robada que es un pasado irrepetible.

 

Finalmente, la cuarta y útlima parte, reconcilian al poeta con la paz. El tiempo es ya inasible, como por otra parte lo ha sido siempre y la esperanza resiste apaciguada. Se tranfiguran los sueños en palomas, en el poema noveno de esta cuarta parte y solo una de esas palomas (o de esos sueños) logró escapar de la bandada (del rebaño). Es la paloma que el autor está buscando incesantemente "para evitar la noche que se cierne implacable", una paloma que, según dice, se extravió en el mar eternamente. Otra vez el mar. No quiere dejar terminar este "Postludio" el autor sin lanzar un grito que protesta contra el silencio, que es despojado de toda belleza o misterio y lo llama "el vecino de la muerte", pidiendo después al mundo que continúe gritando para sentirse vivo. Finalmente, "Decir adiós y basta sin oropoeles, sin voces, sin ruidos" parece ser todo lo que el poeta desea.

 

Es Postludio también un grito de rebeldía contra el tiempo donde no decae en ningún momento el impulso formal.  Es el libro de un hombre comprometido que cuenta aquello de lo que sus ojos son testigos y aquello de lo que el corazón se duele por dentro. Un libro de instantes sobrevividos, de sufrimientos superados y una reivindicación de un poeta que escribe y describe esperando que un Mundo mejor sea posible. Para terminar vuelvo al prólogo de Valentín Martín que termina "Miguel Ángel Yusta, el único hombre que aún palpita sin cautividades"

 


LA COPLA: POEMA Y CANTO

 

El estudio que Miguel Ángel Yusta (Mayusta, firma así cuando se trata de copla) ha llevado y lleva sobre la copla aragonesa es un arduo trabajo de más de veinte años en los que también ha ido publicando material en Heraldo de Aragón, contando con poetas contemporáneos que, a  petición suya, se lanzaban a este recurso poético que es el origen de la jota aragonesa y también publicando coplas de autores universalmente conocidos. Además, a lo largo de estas décadas publicó el "Cancionero de coplas aragonesas" y recopilaciones de coplas de varios autores en diversas antologías. Hasta recientemente, en el último número de "El eco de los libres" aparece una copla de nuestro añorado poeta Ángel Guinda.

 

Es la copla una estrofa nacida del pueblo y sin embargo, añadida a la literatura culta a lo largo de los siglos. Ante todo, la copla es emoción, otra vez, la captura del momento y una suerte de diapasón para el latido. Aunque la copla se da en distintas regiones (Andalucía, País Vasco...), la copla de la jota, que puede ser improvisada, es la certera portadora del sentimiento, ya sea crítica-irónica, festiva, devota, humorística o amorosa.

 

En este libro que hoy presentamos prevalece la copla lírica que mueve el mundo. En palabras de Félix Maraña, hace unos días, para "El Correo" de Bilbao: "La copla es ante todo poesía. Una poesía donde el tropo es parte de la composición y hace que la estrofa, que la literatura bautizó como de arte menor, se funda y confunda con el arte más puro, sin graduaciones".

 

El libro es un verdadero tratado de historia de la copla ofrecido por su actual valedor principal. Además de recoger coplas de poetas contemporáneos, este trabajo se completa con un estudio sobre la copla de la profesora Susana Díez de la Cortina, un prólogo de Juan Domínguez Lasierra y epílogo de Javier Barreiro. En definitiva, un trabajo imprescindible en la historia de la copla.

 



Viaje a Estocolmo, de Raúl Herrero

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